Durante mucho tiempo sentí que mis pensamientos no tenían coherencia y que estaba exagerando mis emociones.

No tenía identidad propia y me adaptaba a los gustos de los demás para sentirme aceptada.

En casa no se hablaba de sentimientos, así que guardaba todo para mí. Con el tiempo, empecé a autolesionarme y mis emociones eran inestables: pasaba de la tristeza extrema a la euforia sin sentir una verdadera plenitud.

Hoy, gracias a HUSANIA, he encontrado un espacio donde me siento comprendida y acompañada en mi proceso de rehabilitación.